Sobre el personaje (R.A.P.K.):
Tres generaciones se han sucedido desde que llegó
a Chile, en 1851, el naturalista Rodulfo Amando Philippi, fundador de
su apellido en este país y divulgador de las ciencias naturales
en las cátedras universitarias y en libros que aún sirven
de orientación científica a los sabios de América
y Europa. Es el representante por excelencia de la alta mentalidad humana
que hace de la ciencia, bebida copiosamente desde su juventud, el alfa
y la omega de su vida; y mira al mundo como un vasto e inagotable campo
de análisis, de investigación y de estudio que le permite
escribir obras y descubrir leyes biológicas que constituyen un
precioso joyel para la humanidad.
Nació en Charlottenburgo, cerca de Berlín,
el 14 de Septiembre 1808. Sus padres llamábanse Guillermo Everardo
Philippi y doña María Ana Krumwiede. Estudió medicina
y se tituló de médico en 1833. No ejerció nunca
la profesión, sino que se consagró a profundizar las ciencias
naturales. Quería aprender para enseñar. Y siguiendo esa
norma llegó a ser maestro de maestros.
Su translación a Chile se debió a su hermano
Bernardo Philippi, quien arribó por primera vez a este país
en 1831 y fomentó, por encargo oficial, la corriente inmigratoria
de ciudadanos alemanes para Valdivia y Llanquihue. Tenía el grado
de Mayor de Ejército y después el de Teniente Coronel.
En 1845 adquirió la hacienda de Bellavista, en
Valdivia, y trajo colonos alemanes contratados por su hermano, a quien
pidió que emigrara a Chile y se hiciera cargo de aquella propiedad.
El futuro sabio, que ya era conocido por sus investigaciones
en Europa, pero cuya situación financiera no era floreciente,
aceptó el ofrecimiento y llegó en 1851 a la hacienda que
debía administrar.
Mientras tanto, su hermano, que había expedicionado
en 1843 en la zona austral, fue nombrado Gobernador de Magallanes, en
Mayo de 1852, y partió a hacerse cargo de aquellas funciones.
La situación era delicada. El teniente Cambiaso había
asesinado al anterior gobernador, Benjamín Muñoz Gamero
(V.) y destruido e incendiado la naciente ciudad de Punta Arenas. Empezó
el comandante Philippi la obra reconstructiva, pero no alcanzó
a terminarla; con el deseo de atraerse a los indios patagones, se confió
de ellos y pereció en una emboscada que le tendieron el 26 de
octubre de 1852.
Aquella noticia entristeció al administrador de
la hacienda Bellavista [R.A.P.K.], y buscó en Santiago un sitio
más apropiado para desarrollar sus actividades. En 1853 se estableció
en Santiago. Se le nombró director del Museo Nacional y profesor
de Historia Natural de la Universidad. Luego formó parte del
Consejo de Instrucción Pública.
Sus lecciones y sus libros le llevaron muy pronto a la
cumbre y pasó a ser el consultor del Gobierno y de la docencia
pública en materias científicas, especialmente como naturalista
y geólogo. Enriqueció las colecciones del Museo en una
forma que lo presentan como el verdadero creador de ese instituto.
Sus cátedras eran ilustradas por medio de conferencias,
de artículos y de obras. Publicó tratados y memorias sobre
geografía, geología, paleontología, botánica
y zoología. Son famosos y del más alto valor científico
su Manual de Conquilogía y Malocología, Elementos de Historia
Natural, Elementos de Botánica, Los Fósiles Terciarios
y Cuartarios de Chile, La Descendencia del Hombre y centenares más.
Comisionado por el Gobierno hizo una exploración
al desierto de Atacama y en 1860 publicó sus observaciones en
su Viaje al Desierto de Atacama, aprovechado más tarde por los
exploradores de aquel páramo.
En 1897 la Universidad de Chile celebró su apoteósis
en vida. A pesar de haber jubilado como director del Museo, continuó
sirviéndolo hasta los últimos instantes de su gloriosa
ancianidad. Recibió condecoraciones de las academias de Nápoles,
Turín y Madrid y pertenecía como socio correspondiente
u honorario a más de 60 corporaciones científicas de todos
los puntos del universo. Tenía medallas de la Orden de Isabel
la Católica, de la Corona de Italia y de la Orden de Prusia.
Su pérdida importó un duelo nacional y
se le tributaron honores por el Estado y por todas las corporaciones
docentes de Chile. Murió en 1904".
Fte.: Figueroa, Virgilio, op. cit, en Bibliografía,
pp. 505 - 506, Tomo IV, 1931.