De los artistas extranjeros que han actuado
en Chile, es uno de los más valiosos e interesantes.
Pintor de historia, retratista
y litógrafo, nació en Burdeos. En la Escuela
de Bellas Artes de París fue discípulo del célebre
Paul Guérin y, a los veintiséis años
obtuvo el segundo lugar para el Premio de Roma.
Llegó a Santiago
a comienzos de 1843, con una inmensa reputación y una
carta del agente de Chile en Francia, Francisco Javier Rosales,
en la que éste anunciaba que el artista fundaría
en Santiago una escuela de dibujo y pintura. Ante ello, se
liberaron de derechos de aduana los cuadros, estatuas y demás
elementos que traía; se le facilitó una sala
en el edificio de la antigua Universidad y se le anticiparon
recursos.
No obstante estas facilidades,
los propósitos académicos no fraguaron debido
a que, de inmediato, se transformó en el retratista
de moda. Pero Monvoisin sólo se limitaba a pintar las
cabezas, dejando los cuerpos, bosquejados o no, a Clara Filleul,
joven pintora francesa que había traído consigo.
Los encajes se pintaban en forma mecánica, aplicando
a la tela encajes verdaderos empapados en pintura.
En 1858 regresó
a Francia, sin haber fundado la anunciada academia de pintura,
prácticamente sin dejar discípulos, aunque sí
habiendo hecho un patrimonio. De cualquier forma se estima
que renovó el arte pictórico en Chile, dejando,
además, bellos retratos de próceres y antepasados.
Pintó, también, cuadros históricos y
alegóricos.
Murió en 1870 en
Boulogne -sur- Seine, relegado al olvido y acompañado
de su leal amiga Clara Filleul.
Fte. de extracto: SOTO ALIAGA, Jaime,
op. cit. en Bibliografía, p. 359
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